Es un domingo cualquiera, con fiaca de levantarse de la cama. Después de trasnochar y tomar unas copas de más la noche anterior, tengo ganas de subir las sábanas hasta la nariz, y seguir un rato “descansando la vista”. El único problema, es que tengo hambre. Ya es tarde para desayunar, aunque algo temprano para salir a almorzar. Lo pienso dos veces, y me doy cuenta de que es el horario perfecto… para el brunch!
El Brunch es un híbrido gastronómico que combina elementos típicos del desayuno (Breakfast), como jugos, infusiones y panes; con platos más sustanciosos y bebidas más propias del almuerzo (Lunch), como tartas, ahumados, espumantes, y licores. Es ese momento del día donde se admiten todos los caprichos, sin culpa, ni miradas raras de otros comensales por las combinaciones y los antojos peculiares.
La tendencia surgió a fines del siglo XIX en Inglaterra. En 1986, la revista Punch, publicaba un artículo que anunciaba que el brunch era la cosa cool del momento. Durante los años 30 se hizo popular en los Estados Unidos, especialmente entre los periodistas, que se juntaban a leer los gruesos diarios del domingo, con una taza de exagerada de café y unos huevos benedict. Luego se impuso entre los celebrities, y no tardó en cruzar mares y fronteras.
Fueron los grandes hoteles los que ayudaron al Brunch a llegar a Buenos Aires. Los precursores fueron La brasserie del Plaza y L’orangerie del Hotel Alvear. Después el híbrido conquistó los principales circuitos “palermenses”, que buscaban atraer a los turistas deseosos de comer sus huevos revueltos. Hoy ya existen más de cien bares y restaurantes que ofrecen esta opción que nos permite optimizar el tiempo de ocio durante el fin de semana. Un rato más remoloneando en la cama, y luego podemos salir a degustar una quiche de verduras con jugo de naranja o acompañar las tostadas con huevos revueltos y una copa de champagne.
El brunch, generalmente, se sirve los domingos entre las 10 y las 16, aunque muchos lugares extienden el horario y suman la propuesta a los sábados. El café es la constante, y los huevos suelen ser los invitados de honor de la mesa. Se sirven revueltos, benedict, o en omelette babé. Las propuestas más tradicionales sirven canastas con scons, muffins, tostadas y medialunas, que se acompañan con manteca, mermeladas, jugo, frutas, y french toast con huevos y panceta. Otros menús incluyen entre sus opciones, platos más sofisticados como gravlax de salmón o cordero braseado. También aparecen waffles, tabla de fiambres, bruschettas, frittatas y quiches.
Le preguntamos a la comunidad Oleo en Facebook, cuáles eran sus lugares preferidos para brunchear, y éstos fueron algunos de los más populares:
Olsen: Es un restaurant de cocina nórdica ubicado en el corazón de Palermo. Es uno de los lugares de la zona que mantiene un ambiente distendido y cool sin ser demasiado pretensioso. Para el brunch, tienen un menú atractivo que admite opciones para armar a tu propio gusto.
La propuesta A más ligada al desayuno, Incluye café, tostadas, jugo, yogurt con cereales, lomito y queso o ensalada de frutas, omelette o huevos revueltos o panqueque de papa, acompañado por una bebida. El precio va de los $30 a $90 según cuán completo se lo pida. La propuesta B ofrece dos listas de platos más contundentes, y el comensal puede elegir uno de cada lista. La primera cuenta con omelettes, waffles, vegetales asados o sándwiches de pan en siete granos. La segunda lista cuenta con pollo grillado, bondiola casera, salmón grlavlax y más. El precio es de $90, que incluye la bebida y una guarnición de ensalada o papas Ølsen. Además, cuentan con varias entradas entre las que se destacan la tabla de smorrebrods (canapés nórdicos), leberwurst con pretzels o blinis de maíz con salmón. También hay 5 diferentes opciones de postres. El brunch de Ølsen acepta a los madrugadores y también aquellos que prefieren dormir con persiana cerrada hasta altas horas de la tarde. Su horario es desde las 10:30 hrs hasta las 20 hs.
La Waffleria Gourmet: Es un lugar cálido y con atención amable. Apartado del tan transitado Palermo, La Waffleria se encuentra en el barrio de Devoto. Ofrece dos opciones de brunch a precios muy accesibles.
El primero incluye café, una copa de vino, minis crocantes (vienen 4, de roqueforte apio y nueces, jamón crudo y rúcula, cerdo, panceta y beer mustard, y salmón ahumado, philadelphia y alcaparras), palicrep (waffle sellado relleno a elección), y waffle de vainilla o chocolate con topping de nutella. Todo por la módica suma de $47.
La otra opción incluye café, agua o gaseosa, minis crocantes (de crema de verdeo, de espinaca y salsa blanca gratinada, fungí y parmesano, y de humita), palicrep vegetariano, y waffle de vainilla con manzanas caramelizadas con canela y crema batida. Esta opción vale $46.
Con ofertas como estas, vale la pena aventurarse por el jardín de la ciudad, ¿no?
Suca: Es otra opción fuera del tan andado Palermo. Suca chocolate & pasión, es el primer chocolate lounge de la ciudad. Un pequeño living con cuatro mesas, donde se puede disfrutar de un ambiente tranquilo al compás de música elegida para crear un ambiente acogedor. El brunch de Succa se sirve en dos etapas: primero llega a la mesa una canasta con scons, muffins y tostadas de pan casero; mermelada y manteca, jugo de naranjas y café con leche. Luego avanzan unos Eggs Benedict sobre French toast con jamón y salsa holandesa, yogurt, cereales y frutas de estación. Tienen todo tipo de chocolates calientes y cafés. Les recomiendo también pasarse a la hora del té para probar el strudel de manzanas tibio con helado, o los tostados en pan casero y la fondue de chocolate.
Malvón:Es una casona vieja en el barrio de Villa Crespo. En sus hornos hacen cada día toda su panadería, y mantienen vivo ese algo especial de las confiterías del viejo estilo porteño, pero le suman toques contemporáneos que atraen a turistas y público barrial por igual. Sirven brunch los fines de semana, con un menú variado que incluye los clásicos huevos benedictinos, pero también popovers y algunos platos de la cocina cajún.
Desde ribs de cerdo con batatas rotas y chutney de manzanas verdes, hasta fritatta con salchicha parillera, cordero brasedo y huevos benedictos, Malvon tiene opciones para todos los paladares.
El Brunch viene siempre acompañado de un cocktail, café con leche o limonada, cornbread, guarnición frutas en ginger syrup y una guarnición de pancakes, huevos cocotte, papas cajun, guacamole, aros de cebolla o sopa del día.
Le Ble: Coquitos gigantes, muffins de chocolate con un suave gusto a arándanos y un tazón de café con leche gigante, para satisfacer hasta a los más cafeinómanos. El brunch en Le Ble es variado y generoso. Opciones dulces y saladas, aseguran que nadie se quede con las ganas. Su cocina/panadería a la vista y la decoración de estilo francés, atraen al público que camina por esta tranquila esquina del barrio de colegiales. Grandes pizarras anuncian promociones del día, y si no hay lugar, tenés la opción de llevarte todo a tu casa, para hacer el brunch metido en la cama haciendo fiaca.
Nucha:Es uno los clásicos lugares para brunchear. Cuenta con varias sucursales alrededor en la ciudad, con un ambiente familiar y un menú que garantiza que nadie se quede con hambre. Salen bandejas de sandwichitos, calentitos y tartas. Después viene un sinfín de dulces, exquisita pastelería y gustos delicados que solo pueden prepararse con la mejor materia prima. El precio es algo elevado ($200), pero la variedad y cantidad, son suficientes como para compartir entre dos.
Café Crespin: Es un lugar relajado y apto para juntarse con amigos. La estrella del brunch es el cinnamon roll, pero los pretzels y carrot cakes no se quedan atrás. También son excepcionales sus french toasts con frutos rojos, y el sándwich de gravlax de salmón en bagel con semillas de amapola. El menú sale $60, que incluye una infusión y una copa de champagne o jugo de naranja. Si son un grupo grande, traten de ir temprano, después de las 13hs, empiezan a ocuparse la mayor parte de las mesas.
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