Subirme al auto en Ezeiza, recorrer la general Paz, llegar a casa... la sensación primera es que pasaron 4 meses y la cosa sigue igual, y se siente raro porque cómo es posible que en mi vida hayan pasado cientos o miles de cosas nuevas, y volver es casi como si me hubiese ido ayer?... El fin de semana en familia fue como si los hubiese visto hace unos días, un almuerzo con sobremesa eterna como tantos otros, una charla con mates como si no nos hubiésemos perdido de nada, una caminata bajo la lluvia, un domingo semi-embolante que se repara con cartas y tostadas con manteca y miel... y es lindo ver que los vínculos siguen intactos, que la distancia no cambia el afecto... y qué linda es la familia (al menos la mía) y poder pasar tiempo juntos.
Después llegó el lunes, volvió mamá de viaje, y la semana se me hizo eterna y demasiado rápida a la vez. De a momentos y por primera vez, entendí muy bien y me sentí identificada con lo que siempre me dice mi hermana que volver a Buenos Aires la estresa... de repente es un mar de compromisos y responsabilidades y sentir tener que cumplir con todos y querer hacer todo y no te da la vida ni el tiempo ni el cuerpo...
Fue una semana mucho más intensa a nivel laboral de lo que pretendía y de a momentos agotadora, pero por suerte pude ver amigos, familia y no me faltaron tragos, ni risas, ni comida. Comí mi amado helado de la bámbola, volví a leer en el tren y sufrí horas eternas en transporte publico con mil grados de calor; también me recibió la lluvia (y la humedad, a la que no extrañaba nada de nada). Buenos Aires fue trabajo, charlas sin horario y abrazos de gente que me hace falta a diario.
También me di cuenta de que mucho sigue igual, pero el tiempo inevitablemente pasa dejando su marca, y nos perdimos las primeras velitas y primeros pasos de algunos, cambios laborales y familiares en la vida de otros, y que seguramente no vayamos a estar para otras tantas noticias importantes. Agradecimiento eterno a Janus Friis por darnos Skype y Brian Acton & Jan Koum por Whatsapp que nos hacen seguir comunicadísimos.
Disfruté inmensamente estar entre ustedes unos días, pero también estoy feliz de estar de nuevo en casa; es lindo sentir que después de poco tiempo acá ya lo siento así, volver al hogar, a la rutina propia, las gatas, la cocina, y la NO humedad (mi pelo estará eternamente agradecido por el tiempo que le provea en suelo mexicano). Nos veremos de nuevo pronto, amigos de la ciudad de la furia, y hasta entonces, seguimos por acá, semana a semana. Hasta la próxima!
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