Semana de workshop y el equipo regional completo de visita por México. Reuniones, cenas, días muy largos; y un necesario fin de semana de descanso y disfrutar de la casa sin tener que mover cosas y cajas. Hace sólo una semana que nos mudamos? Cómo es posible que se sienta que hace tanto más llegaba el camión de la mudanza y envolvía la tele con papel film como si fuese una valija en el aeropuerto? Como es que de a ratos parece como si estuviésemos acá hace años y al mismo tiempo, de a momentos el cuarto todavía se siente como una habitación de hotel?... Contrastes, y las primeras patas de las gatas dejan sus huellitas en la pared (y que ganas de matarlas).
Tras un día de fiaca y disfrutar estar en casa, a la noche estrenamos departamento con amigos y pizzas caseras y la pasamos muy bien. Ya estrenamos la cocina con receta de Cookie Sundays, y si les interesa, les enseño a hacer tostadas de ceviche de atún (y como se que no es fácil para ustedes conseguir atún fresco, tengan en cuenta que pueden reemplazar el atún por cualquier pescado blanco sin ningún problema). Pero paciencia que la receta saldrá a mitad de semana porque todavía no termina la saga de jugos y licuados, y esta semana les propongo un jugo naranja de papaya zanahoria de naranja que se podría convertir en uno de mis jugos matutinos favoritos.
Hoy que el día no está tan gris como ayer, y que ya tuvimos un día bastante tranquilo y quienes me conoces saben bien que mi naturaleza inquieta no me permite bancarme mucho tiempo sin hacer nada, extraño el gimnasio y la pileta, poder ir a sentarnos a leer un rato con mate al aire libre, chapuzón cuando hacer calor, quemar energías en la cinta mirando un capítulo de Masterchef antes de almorzar. También podríamos bajar a leer al parque a ver qué tal. No es mala idea, tal vez en un rato. Tal vez más tarde cine. Hormigas en la cola y no bancarse no tener nada para hacer.
Ayer en el supermercado volví a ver pan de muertos (aunque falta todavía bastante para el día de muertos); al verlos me recorrió una especie de nostalgia, volver a encontrarme con esas cosas que me recibieron a mi llegada a México. Falta todavía que se vistan los supermercados con canastos gigantes de calabaza y todavía es un poco temprano para empezar a decir "a dónde se nos fue el año?" pero aunque ni yo me lo crea, estamos a sólo 9 semanas de cumplir las primeras 52 semanas en México (y poco más de 10 para cumplir mis 30! pero mejor no toquemos ese tema, de cumplir treinta). Podríamos pronto hacer un recap de todas las observaciones y aprendizajes de nuestro amado México y los descubrimientos de un primer año en el De Efe, tal vez, pronto, por ahora sólo se me ocurre contarles que incluso después de meses y meses de enfrentarme a lo mismo, todavía me llamada la atención lo raro que caminan los defeños por las calles. Creo, que caminan igual que lo mal que manejan. Es extraño, es como si tuviesen un sensor en la nuca que los hace hacer exactamente lo contrario a lo que deberían hacer si presienten que alguien camina detrás suyo y quiere pasarlos. Van caminando relativamente derecho, lento, por supuesto, y en cuanto uno se direcciona levemente hacia un lado para pasarlos, cambian su dirección y empiezan a caminar casi en diagonal, y aunque no sea más que un sutil cambio, interrumpe el avance del que está detrás. Me cuesta explicarlo en palabras, pero parece joda que cada vez que querés pasar a un peatón que camina delante tuyo, es como si inconscientemente no quieren que eso suceda entonces se acomodan para no dejarte pasar. Les juro que no es paranoia, me ha pasado TANTAS veces.
Creo que eso es todo por hoy. Les mando besos, abrazos y excelente semana para todos!