FOOD

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Antes de que el calor se apodere del todo de la ciudad, aprovechemos esta época del año que es sin dudas la más linda para comer al aire libre. Hace poco hablamos de la temporada de las terrazas, hoy nos tocan patiosveredas. Basta con salir a dar una vuelta, están por todas partes, hay cientos de cafecitos, restaurantes y bares con patios, jardines y veredas. Recorrimos la ciudad, preguntamos a expertos y amigos, y elegimos algunos de nuestros preferidos.




Naná, Vicente López (Yrigoyen 499, Vicente López)
Toldo blanco y negro, mesitas en la vereda, entrada directa a un pequeño patio interno, y un gran ventanal que da al resto del salón. Mesas de madera, decoración más bien minimalista, bien cuidado en los detalles. No sólo gana el ambiente, también la comida. Naná es para cualquier hora del día; buen desayuno, menú del mediodía con especiales que van rotando seguido, y un menú de brunch súper tentador. La comida es muy buena (aunque las entradas muy pequeñas). Recomiendo probar el salmón en croute de lapsang sanchuang con humita y sofrito de tomate con uva, los malfatti de espinaca, el tiradito de trucha o la ternera braseada; de postre, creme brulée de naranja. Un lindo detalle: en vez de panera, te traen unos bastoncitos de pan y un huevo pasado por agua, me encantó.

Sintaxis (Nicaragua, 4849, Palermo)
El primer restaurante gluten free de la ciudad, no sólo es apto para celíacos, es un must para patio lovers. En la entrada, un mostrador con tartas, panes, galletitas y hasta blends de té y condimentos; un amplio salón con mesas bajas y sillones, mucha madera, toques de azul y celeste; techos altísimos, un mueble gigante de madera estilo vintage con pasaplatos a la cocina, y vista al patio tranquilísimo. Un lindo lugar para sentarse a tomar el té o a cenar temprano. El servicio es rápido y atento. Tienen tartas, empanadas, ensaladas, carnes, pastas y variedad en cafetería. Para el té, muy buenas las tostadas de chipá; para la noche, las mollejas crocantes con chips de mandioca, y las papas fritas, imperdibles. Lo único que no me convenció fueron las tortas, que me parecieron un poco empalagosas.

El ñandú (Sebastián Elcano 648, San Isidro)
El ñandú es sin dudas uno de mis lugares preferidos en San Isidro, se come bien, y a precios razonables. Mesas rojas, manteles blancos y la sombra de los árboles en un gran jardín que da a la parrilla. Sirven de todo; muy buena parrilla (en particular la entraña), excelente humita en chala con queso, el camembert al horno de barro, quesadillas de salmón con guacamole y papas fritas, o de calabaza, choclo y miel. Los platos son abundantes, da para compartir entrada y algunos platos entre varios. Importante, tratar de ir temprano (o estar dispuestos a esperar); a pesar de ser grande el lugar siempre se llena rapidísimo.

Pehache (Gurruchaga 1418, Palermo)
Tal cual lo dice su nombre, Pehache es una casa antigua típica del barrio de Palermo, que renace y se convierte en un espacio que reúne diseño, y decoración y comida. Se puede ir paseando en los distintos ambientes descubriendo objetos y muebles, y al llegar al patio, también sentarse un buen rato en Pehache Café. Entre piedritas, enredaderas, una pérgola y un estanque de agua muy lindo, se disfruta del silencio y rica pastelería, incluso se puede tomar prestado un libro de alguna biblioteca y sentarse un rato a leer. La atención es muy buena, y también lo son el café con leche y la torta de lima, los muffins y triffle de maracuyá. Además hay sándwiches y ensaladas, y algunos platos más elaborados para los que quieran ir a almorzar.
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Pehache tiene un hermoso patio para comer entre plantas, una pérgola y un estanque de agua.
Koh Lanta (Gorriti 1600, Palermo)
De martes a domingo, en Gorriti y casi Malabia, Koh Lanta es una excelente opción para salir de la rutina y probar cocina thai, al aire libre. Está muy bien ambientado, tranquilo, tienen un lindo patiecito (pero solo con 3 o 4 mesas), y lo mejor es la terraza al aire libre. Las empanaditas thai de pollo con vegetales al curry y salsa agridulce y levemente picante son muy buenas, las croquetas de abadejo no están nada mal y también tienen langostinos apanados y otros bocaditos tentadores. De principales recomiendo el curry de langostinos con morrones y bamboo con leche de coco; tienen varias opciones de woks para los que no les gusta la comida picante, y el pad thai de lomo es riquísimo, y me quedé con ganas de probar los buñuelos de banana, coco y miel. Dato interesante, el lugar cuenta con varios descuentos, entre ellos de Guía Oleo. Otro dato: hay un montón de platos gluten free.

Felicidad(Gurruchaga 1711, Palermo)
La vereda de Felicidad es una de esas esquinas que te invitan a sentarse de inmediato una tarde de sábado paseando por Palermo. Fachada verde agua, un toldo cuadriculado blanco y negro, mesitas de madera, sombrillas, y gente relajando, charlando, tomando licuados y café. También es una buena opción para almorzar ensaladas, sándwiches o wraps con una rica limonada con menta. Para merendar tienen montones de opciones clásicas y modernas. Buen café con leche y tostadas, cookies y smoothies (probé el de mango con lima, que estaba bien pero le faltaba un toque de acidez).

Artemisia(Gorriti 5996, Palermo)
Vereda y un patio interno chiquitito pero muy lindo. Para ir a comer comida natural con mucha onda. Recomiendo probar alguno de los tapeos con platitos como bastoncitos de polenta, guacamole, hummus, taboule, chipá, bruschettas de pan de maíz con remolacha y olivas, bocaditos crocantes de quinoa y arroz yamaní, papas a la huancaina y otras cosas ricas del estilo. De postre, el carrot cake es un must, llega a la mesa tibio y con helado, riquísimo. El semifreddo de chocolate también está muy bien. Ah, y excelente panera. Lugar ideal para una cena tranquila y extensa, de esas que terminan con café, sobremesa, y la sensación de haber comido muy bien.
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Artemisia: vereda y patio chiquito pero muy lindo. Para ir a comer comida natural con mucha onda.
La Anita(Tiscronia 845, San Isidro)
Una especie de cantina con mesitas a la vereda y un jardín interno muy bonito. Si es fin de semana, puede ser difícil encontrar lugar, y es entendible porque el lugar invita a quedarse sentados disfrutando del día con una larga sobremesa, así que vayan temprano. Muy buena la ensalada La Anita (con verdes, tomates secos, hongos, parmesano), los chili prawns, el wok de arroz yamaní, y la limonada.
Precaución: ir con paciencia, la atención es lenta, pero el ambiente lo vale.

Río Café (Honduras 4772, Palermo)
Dj en vivo, ricos tragos y un patio lleno de verde, el combo ideal para una linda noche de primavera-verano. Río Café abrió en 2010, en lo que había sido en algún momento un PH de esos que ya no se ven muchos. De afuera no dice nada salvo “acá no entra cualquiera”, que lo deletrea de forma muy gráfica el hombre de seguridad con traje negro que está plantado en la puerta con un poco de cara de malo. Adentro está muy bien ambientado, techos altos, espejos, sillones y paredes despojadas y un gran ventanal. Al fondo, lo más lindo del lugar, un patio arbolado con mesas y barra. Carta de tragos creada por Inés de los Santos, con todos los clásicos y algunos twist como Fernet Chic (Fernet, jugo de naranja, romero y tónica) y Orange Mary (vodka, jugo de tomate y naranja, pimienta).

Sirop Folie (Vicente López 1661, Recoleta)
Ubicación, ambiente, atención, y comida, Sirop Folie cumple con todas. Ubicado al fondo del encantador antiguo Pasaje del Correo, con carteles, pizarras de especiales y mesitas con manteles blancos, el patio callejón te hace sentir en el quartier Latin en París. Se hizo conocido por su brunch, aunque toda la propuesta de Liliana Numer, creadora de este restaurante de alta cocina porteña, es tentadora. El menú es variado, tiene sándwiches, ensaladas y platos más complejos como asado braseado con puré de batatas, pesca del día con verduras, y roll de cordero de esos que podés comer sólo con el tenedor porque se deshace. El brunch sigue siendo de lo mejor que ofrecen, que incluye tabla Folie con quesos, gravlax, paté, terrina, aceitunas, variedad de panes y el highlight, los huevos revueltos con polvo de aceitunas y pimientos confitados.
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Sirop Folie: al fondo del encantador Pasaje del Correo, para comer como en el quartier Latin de París.
Almacén Oui Oui (Nicaragua 6068, Palermo)
Mesas en la vereda, papas rústicas, limonada y chocotorta, eso es Oui Oui para mí, una combinación que no falla. El gran problema que tiene es la espera, casi siempre hay que esperar un rato para sentarse. Si vas temprano o esperás, es un lindo lugar para brunchear, los huevos benedictinos son muy ricos. Para los que llegan y no tienen ganas de quedarse parados hasta que le liberen una mesa, a unos pocos pasos de Oui Oui, sobre Nicaragua, también está la vereda de Bar du Marché.

Bar du Marché (Nicaragua 5946, Palermo)
Un lugar chiquito con poquísimas mesas, con ese nosequé francés que lo hace súper lindo. La comida y la atención son muy buenas, pero las mesas de la vereda son tan chiquitas que bordean la incomodidad (la moza sugirió cambiarnos de mesa, hay chiquitas y extra chicas, así y todo se las tiene que ingeniar para acomodar todo sin apilar la panera y los vasos). Tienen menú del mediodía que incluye plato, copa de vino, postre o café por $80, muy bueno el omelette, la tarta de cebolla y queso de cabra.
Dato: Sushi y la estética francesa no se bien qué tienen que ver, pero varios me dijeron que el sushi que preparan es excelente.

Museo Evita Restaurante (Juan María Gutiérrez 3926, Palermo)
El restaurante del Museo Evita está plantado en un edificio de la primera época del siglo XX que hace algunos años fue declarado patrimonio nacional. Con un patio muy bonito y tranquilo, con pisos de damero en blanco y negro y muchos árboles, es un lugar tranquilo y agradable. El espacio al aire libre es ideal para los días lindos y soleados. Los platos están bien, son abundantes aunque la atención tiende a ser algo lenta. No se impacienten, déjense disfrutar del lugar. Una buena propuesta para una tarde de primavera, con tabla de quesos y copa de vino a la sombra del palo borracho.

Boulevard Saenz Peña (Boulevard Saenz Peña 1400, Tigre)
A tres cuadras del Puerto de Frutos, en el edificio de lo que alguna vez fue un viejo almacén de ramos generales, se encuentra esta especie de restaurante, galería de arte y espacio de decoración vintage. Enredaderas, sillas de hierro con almohadones estampados, escritorios de madera convertidos en mesas al aire libre, perfectas para sentarse a disfrutar comiendo rico con el sol en la espalda. Todo lo que se ve está a la venta (inclusive sillas y cubiertos). La comida es una propuesta de Juliana López May, y fiel a ella, todo en Boulevard Saenz Peña es lindo, rico, sano y abundante. La carta cuenta con una amplia variedad de ensaladas (mi favorita es la de salmón con almendras, palta y brie), sándwiches y siempre algunos especiales del día (el salmón en croute de hierbas con papas y zanahorias doradas, o entraña con puré y salsa criolla).
Dato: aprovechen a ir pronto, hay una muestra de Felipe Giménez que comenzó el 8 de noviembre. Juliana también da ahí clases de cocina).
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Boulevard Sáenz Peña: antes un viejo almacén, hoy con propuesta gastronómica de Juliana López May
Kansas (Av. Del Libertador 4625, Las Cañitas)
Siempre es una buena opción para disfrutar del aire libre. Puede ser algo tedioso conseguir mesa porque siempre hay espera (aunque a veces para el patio es mucho menos); por eso, el happy hour es la excusa perfecta para ir a tomar un drink bajo la sombrilla, y quedarse a comer en el patio o pedir mesa temprano antes de que llegue la marea de gente. Gin tonics, cerveza tirada, papas fritas, chicken tenders, potato skins y por qué no también el dip de espinaca con queso y nachos. Info: el happy hour es de lunes a viernes hasta las 19.30hs.

Il Ballo Del Mattone (Gorriti 5737, Palermo)
Decoración medio kitsch, con manteles floreados, graffitis en las paredes, carteles con el nombre del lugar y pizarras que llegan en manos del mozo para contarte los especiales; así es Il Ballo. Cualquier lugar que sirva una buena burrata merece un visto bueno en el libro de mis recomendados, y este lugar además de burrata y buenas pastas, es una trattoria con toda la onda y un patiecito interno divino para sentarse en noches de verano con amigos, comer bien, pedir un trago y disfrutar de la música. Para amantes de las pastas, probar los sorrentinos o los fussilli fierrito.

La Panadería de Pablo (Defensa 269, San Telmo)
Para brunchear los sábados y domingos, el restaurante de Pablo Massey cuenta con un patio interno con un ambiente súper tranquilo, media sombra para protegerse del sol y mucho verde. Hace un poco de calor en el patio, aunque es lindo. Empezaron con los brunchs de los sábados hace poco, por lo que todavía llega poca gente y se puede conseguir mesa fácilmente. La propuesta de brunch es algo rara, en lugar de combos con café y jugo de naranja, huevos y panera, aparece una especie de listado con todas las opciones clásicas del brunch, y elegís de la larga lista armando el brunch a tu medida. No faltan los clásicos como crab cakes, huevos revueltos con panceta, huevos benedictinos con salsa bearnesa (aunque sobre pan de focaccia en vez de english muffin). También tienen ensaladas, pizzas, sándwiches, yogur con fruta y granola, tostadas francesas y hasta cous cous con especias. Lo mejor es sin duda el pan (dato quizás obvio porque es una panadería) y usan muy buen aceite de oliva (Arbequina), que podés comprar para llevar a casa.
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La Panadería de Pablo (Massey): Ideal para un brunch de fin de semana en el patio.
Malvón (Serrano 789, Villa Crespo)
Malvón es como la casa de la abuela convertida en una confitería porteña contemporánea. Café, limonada, pastelería y panes caseros en un lugar relajado, tranquilo, con deco ecléctica. Algunas pocas mesas en la vereda, una especie de antesalón con mesitas en la ventana abierta, y al entrar un gran mostrador lleno de panes, budines, muffins, carrotcake, cornbread y english muffins (todo horneado a diario). El salón es como un living, con un vajillero refaccionado que da envidia no tener, espejos en las paredes y unos sillones antiguos. Atrás, un patio con mesas, enredadera y plantitas. En la semana tienen un buen menú de mediodía y los fines de semana brunch.

Dulces Confidencias (Cabrera 5600, Palermo)
Un restaurante lindo y chiquito, con mesitas de hierro forjado y plantas en la vereda que dan ganas de sentarse y espiar por la ventana, desde donde se divisan colores pasteles, manteles floreados y macetas de colores. Un lindo lugar para desayunar al sol, o almorzar algo bien liviano como el sándwich de vegetales grillado y mozzarela, o la ensalada de salmón gravlax, y cerrar con algo dulce (la pastelería es el fuerte de Virginia Noboa, encargada y dueña del local, que recrea las recetas de su abuela Toti, y además suma creaciones propias). La propuesta es comer rico, abundante y sano. “Todo lo que puedo hacer acá sin comprar, lo hago”, dice Virginia.

La Apasionada (Ayacucho 1383, Florida)
Desde afuera cuando ves a alguien en la mesa contra la ventana tomando un café te dan ganas de entrar; la vista sigue para ver un mostrador con panes, una pared llena de vinos, sales, aceites, especias que dan ganas de entrar a llevarse todo. Cuando entrás, descubrís un pequeño almacén boutique con un lindísimo patio. Es un lindo lugar para desayunar, brunchear o salir a comer pero a un ritmo mucho más tranqui que en el mar palermitano. Muy buenos panes y cosas dulces, huevos revueltos, verduras con queso crocante, pollo marroquí y el wrap con hummus con lechuga, tomate y cebolla morada. Abre de martes a domingo, y los fines de semana en general hay actividades (como talleres de arte o huerta orgánica). Esos detalles que suman: en La Apasionada podés dejar un café pendiente.

Hierbabuena (Caseros 454, San Telmo)
Otra linda opción para armar salida de fin de semana por San Telmo, es un restaurante natural, chiquito ubicado en el lindísimo boulevard de la calle Caseros sobre esa tan pintoresca vereda roja. Mesitas a la calle, un salón con decoración tipo almacén, manteles verdes, muebles antiguos refaccionados, un lindo mostrador y empapelado verde agua y blanco. Buena opción para almorzar en la semana si andan por el microcentro y sin apuro. Muy buenos jugos y limonada, la veggie burger de hongos es buenísima, también tienen platos como salmón con provoleta de cabra, compota de tomates, espinaca fresca y helado de zanahorias; risotto de calabaza, hongos y espinaca, o pechuga de pollo rellena de higos, tomates secos, albahaca y queso feta, con salsa teriyaki acompañado de un puré de papa y puerro. Siempre te reciben con alguna cosita rica como escabeche de hongos, ensalada césar, o gazpacho de tomate y rúcula para entretenerte mientras pedís. De postre, la creme brulee de mascarpone y el carrot cake son los sugeridos de la casa.

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Hierbabuena: en el lindísimo boulevard de la calle Caseros sobre esa tan pintoresca vereda roja.

En esa misma cuadra, hay otros varios restaurantes con mesitas a la calle y ventanales gigantes abiertos que hacen que el salón sea prácticamente al aire libre. En la esquina, La Popular, también con mesas en la vereda, es como uno de esos café/restó de los de antes; el ambiente es lindísimo, pero para ir a comer minutas sin demasiadas pretensiones.
Y hablando de cafés de los de antes, El Histórico (México 524, San Telmo), plantado en un edificio antiguo, patio interno con piso de damero, es como un viaje en el tiempo a la alta cocina hiper clásica. Carpaccio de lomo, creppe de calabaza gratinado, carré de cerdo a la ciruela, pulpo a la gallega y volcán de chocolate.

Y algunos más de yapa:
Austria (Roque Sáenz Peña 1138, San Isidro)
Tiene un lindo jardín interno con algunas mesas bajo una parra, ideal para sentarse un mediodía y disfrutar del sol y sombra. Recomendable la tabla de ahumados nórdicos, y muy buen strudel de manzana con helado.
Para escaparse un rato del microcentro, en medio del caos porteño, en el corazón de la ciudad se encuentra lo que pareciera ser un oasis: Patio #378 (Corrientes 1334, Microcentro), en el Hotel Novotel. Para tomarse un drink antes de encarar el retorno a casa.
La vereda de Bartola (Nicaragua 5935, Palermo) también es muy bonita, con sus mesas celestes y rosas en la vereda y una decoración medio kitsch con vajilla antigua y cosas recicladas, pero el servicio y la comida no impresionan. La limonada es rica y el budín de limón no está mal, pero el ambiente promete más de lo que da.
Cocu La Boulangerie del trío de franceses instalados en el corazón de Palermo, también estrena esta temporada mesas en la vereda.
En Vicente López, está Alguito (Tapiales 1185, Vicente López), con mesas y sillas de colores en la calle, y una propuesta eco friendly. Fachada color verde agua y el nombre del lugar hecho en pedacitos de madera, colgantes hechos con tapas de colores, lámparas fabricadas con frascos, floreros de latas, estantes con cajones de fruta, pizarras, mesas con sillas y silloncitos distintos, todo muy zen, con gente desayunando, leyendo el diario… y hasta un pequeño almacén de productos orgánicos.
A pocas cuadras, también hay mesas en la vereda en los clásicos cafés como Café de París y La Vicente López.
Otro en zona norte, pero para el lado de Martínez, es Suss Cupcakes (Paunero 2046, Martínez), que abrió hace poco, y es de esos lugares donde seguramente puedas encontrarte a un grupo de viejas paquetas tomando el té. Además de cupcakes, tienen muchas opciones para merendar rico, y hasta para almorzar en la semana. El patio de atrás tiene mesas, sombrillas, enredaderas y una fuente divina para sentirse en el patio de la casa de una amiga.

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Suss, en Martínez: patio con sombrillas, enredaderas y una fuente, para sentirte en la casa de un amigo.
En esa misma esquina tranquilísima cerca de la estación, están también las mesas en la vereda de Compañía de Chocolates y Clásica Victoria.
La ya clásica parrilla de Nuñez, La Escondida (Arcos 3200, Nuñez), también cuenta con varios ambientes para sentarse a comer al aire libre. Ideal para ir en familia, ya que tienen lugar de sobra para que los chicos jueguen y revoloteen mientras los padres disfrutan del café después de una rica  provoleta y entraña con fritas.
Para los que trabajan por Belgrano, no dejen de pasar por la vereda de Zelmira (Juramento 1295, Belgrano), flores y pasteles, donde pueden comerse alguna de las ensaladas del día o pedir unas ricas arepas.
Sin abandonar Belgrano, la vereda de Le Pain Quotidien sobre la calle Sucre a pocas cuadras de Cabildo, puede ser el parate perfecto para alejarse un poco del sol, el ruido y la gente, ahora que hay que afrontar el shopping navideño. Tazones gigantes de café con leche para reponer energías, granola, croissants, rolls de canela, pain au chocolat, bruschettas, sándwiches, ensaladas y hasta tablas con picadas.
Hasta con una lista interminable quedan muchos sin nombrar… Cómo pasar por alto las tapas y chupitos en ese hermoso patio de OlsenOsaka en Puerto Madero, el bellísimo Museo Larreta o el Jardín Japonés. O las veredas porteñísimas de Don JulioJanio Lo de Jesús. Lo cierto es que podría estar el resto de la temporada enumerando la inagotable oferta de veredas, patios y jardines que nos invitan a sentarnos, pero en vez de quedarme escribiendo, me voy a pasear y tomar un café en alguna mesa en la vereda. Hagan lo mismo (y después cuéntenme cuál debería ser mi próxima vereda).

Me desperte super temprano, pensando en Cookie Sundays, en que volvieron las ganas de meter las manos en la masa y en que a pesar de tener la mitad de mis libros en cajas, si las ganas estaban, nada iba a evitar que se me ocurreiera algo para cocinar. Como teniamos almuerzo familiar con amigos, pense en hacer algo para el cafecito. Papa fanatico del biscotti, puede ir por ahi. Mama con ganas de algo de coco... ok, biscotti de coco? Vamos....
Supemercado, comprar el diario, un rato de lectura en el jardin, trabajar un rato, chusmear blogs, y volver a cocinar. Almuerzo familiar al aire libro, biscotti y cafecito, un rato de sol, orden de placar, y caminata... Digamos que fue un domingo completito, y los biscotti fueron un exito!
Que lindo es volver a tener ganas.


Biscotti de coco y naranja
Ingredientes
-400 grs de harina 0000
-3 huevos
-120 grs de manteca
-100 grs de azucar impalpable
-100 grs de azucar rubia
-7 grs de bicarbonato de sodio
-ralladura de 1 naranja
-1 cda de esencia de vainilla
-80 grs de coco rallado
-100 grs de almendras

Preparación
-Mezclar todos los ingredientes en una batidora hasta formas una masa homogena (es levemente pegajosa). Si no tienen batidora se puede hacer igualmente mezclando todos los ingredientes a mano.
-Dividir la masa en dos, y formar dos rollos largos. Dejarlos descansar 30 minutos.
-Llevar a horno a 180 C durante 20/25 minutos
-Dejar enfriar, cortar rodajas finitas, y llevar a horno a 160 C durante 10/15 minutos de cada lado para secar.





















Arrancamos la semana con un detox después de un fin de semana de comer intensivo y estrenamos la temporada de ensaladas, porque no todo es pan y galletitas (?) y hay que darle su lugar a lo verde.

Hoy, de espinaca, queso azul y pera. Qué más le agregarías?

Ingredientes
-1 atado de espinaca
-50 grs de queso azul
-1/2 pera
-1 tomate
-1 puñado de nueces
-1 puñado de pasas rubias

Para condimentar: un buen aceite de oliva, limon, sal y pimienta negra

Lo mas importante es tener una buena sartén bien caliente. Con pocos ingredientes que casi siempre tenemos en casa, los crepes son fáciles, rápidos, y riquísimos para salir del paso y tener un postre en pocos minutos. Si sobran, a la heladera para rellenar con queso y unas verduras al dia siguiente, o para preparar unos canelones de jamón y queso o ricota y espinaca.

Receta de Crepes

Ingredientes
-110 grs de harina
-2 huevos
-200 ml de leche y 75 ml de agua
-1 pizca de sal
-1 cda de azúcar
-50 grs de manteca derretida

Preparación
-Batir los ingredientes en un bowl (menos la manteca)
-Calentar una sartén a fuego medio y agregar dos cucharaditas de manteca derretida
-Agregar un cucharón de la mezcla para crepes, esparcirla con movimientos circulares para que quede bien finito. Cocinarlo 2 minutos y darlo vuelta


Después de un largo período donde no abundaron las ganas de cocinar, ni las ganas de volver al blog, ni siquiera las ganas de ir al supermercado (y para mi el supermercado es como ir a la juguetería)... I´m back.
De a poco, y confiando en que no hay mejor manera de que vuelvan las ganas de cocinar, que cocinando, vuelvo a CS, compartiendo una receta que un poco tiene que ver con una nueva etapa, con volver, con rearmarse, reinventarse, y empujar para adelante, con lo que hay... porque muchas veces cocinar tiene que ver con ver qué hay en el freezer, la heladera y la alacena, e inspirarse para preparar algo rico y rápido.
Haciendo un break entre ordenar y ordenar, parada frente a la heladera abierta en casa de mis padres... heladera medio vacía, medio morrón y un recorte de solomillo de cerdo, alacena llena de especias, mis libros de cocina tirados por todas partes... qué cocino qué cocino?
Y asi salió esta receta de cerdo agridulce, improvisada, que no tiene mil vueltas ni demasiada técnica. Una receta facil, práctica y rica, que dio ganas de salir al supermercado para terminar de volver del todo. La probarían?

Ingredientes
-Solomillo de cerdo, 150 grs
-Morrón rojo, 1 unidad
-Cebolla de verdeo, 1 unidad
-1 cda de miel
-1 cdita de tabasco
-1 chorrito de aceite de oliva
-1 cdita de jengibre
-1 cda de ketchup o extracto de tomate
-1 cdita de semillas de sesamo
-1 cdita de sal y pimienta
-1 chorrito de limón

Preparación
-Cortar el solomillo en trozos como del tamaño de un bocado grande (piensen que se achica un poco al cocinarlo). Mezclar el cerdo con la soja, miel, tabasco, jengibre, limon, tomate, sal y pimienta
-Cortar el morrón y la cebolla de verdeo en cuadrados tel tamaño que mas les guste
-Calentar una sartén con un chorrito de aceite de oliva
-Colocar todos los ingredientes en la sartén, y saltear durante unos minutos hasta que el cerdo este cocido
-Servir con arroz, o una rica ensalada.

El otro día en el supermercado estaba buscando inspiración en la góndola de galletitas y me acorde que había leído en la parte de atrás de un bizcochuelo exquisita la receta para hacer Bay Biscuit (sí, a veces busco atajos y hago bizcochuelo de caja, no me juzguen).
Compré una caja de exquisita, huevos, leche y me volví a casa. Como en la magia de la televisión, casi sin esfuerzo, tenia torta de vainilla impecable, pero me encontré con un problema, y es que cuando empece a cortar la torta, me pareció un desperdicio poner a secar una torta que había salido tan esponjosa y húmeda; entonces cambie mis planes y en vez, me propuse armar mini porciones de torta esponjosísima, con un rico glaseado para sumarle un detalle. El glaseado es apto para dummies, y me pareció una receta perfecta para hacer con chicos. Anímense, compartan, y déjenle la cuchara a los cocineritos.

Bizcochuelo con glaseado de limon y amapolas

Ingredientes
-1 bizcochuelo exquisita
-300 grs de azucar impalpable
-1 limon
-amapolas para decorar

Preparación
-Preparen el bizochuelo siguiendo las instrucciones del paquete, pero si tienen un molde rectangular, coloquen la mezcla en ese molde, asi van a tener menos desperdicio. El secreto para un bizcochuelo perfecto es un horno precalentado, un batido largo para que la masa quede bien aireada, y un horno bajito, para que se cocine de a poquito. Dejenlo enfriar antes de cortar.
-Mientras, preparen el glaseado mezclando azucar impalpable con un chorrito de limon. Vayan agregando azucar o mas jugo de limon hasta que consigan una consistencia suave pero bastante pastosa, si es muy liquido les va a quedar muy finito y tarda bastante mas en secarse.
-Corten del tamaño que mas les guste. Pueden dejarla sin bordes para que quede bien blanquita, los pueden hacer tipo cuadrados altos, bajitos, circulos, o saquen algun molde, sean creativos.
-Unten el glaseado y decoren con amapolas, granas o coco rallado.
-Dejen que se quede un poco el glaseado antes de comer!

Es una de las creadoras de la feria de gastronomía más importante de nuestro país. Entre grabación y grabación, habló con Oleo Dixit sobre Masticar 2013, y también contó la historia que la llevó a la cocina y a la tevé, y cuáles son los secretos de su intuición. Además, la lista de sus favoritos para comer pizza, parrilla, chino, brunchs, sopa y papas fritas.

Ya lo escuchamos todos, se viene la nueva edición de Masticar, la primera y única feria de cocina argentina realizada íntegramente por cocineros. Luego del éxito de Masticar 2012, se viene una versión reloaded a todo trapo. Cuatro días, en un espacio más grande, más clases de cocina, más puestos de comida y un mercado con más productores.
Entre grabación y grabación y sus mil actividades, Narda Lepes, parte del comité organizativo y muchas veces portavoz de Masticar, se hizo un espacio para charlar con Oleo Dixit y contarnos qué está pasando en los entretelones.
La entrevista arranca casi una hora y media más tarde de lo pautado. Es el primer día de grabación y los tiempos se alborotan. Tay, la asistente, me tiene al tanto y cuando ve que hay 20 minutos libres corre al teléfono y me la pasa.

- Hola, Narda, muchas gracias por atenderme, sé que estás a mil, así que voy a tratar de ser expeditiva.
- Vos relajá… Cuando me avisan que seguimos, me tengo que ir, pero mientras tanto vos preguntá todo lo que quieras.
- Dale, arrancamos entonces.

¿Cómo surgió Masticar y por qué “comer rico hace bien”?
Desde ACELGA (Asociación de Cocineros y Empresarios Ligados a la Gastronomía Argentina) creamos Masticar un poco pensando en la feria a la que nos gustaría ir a nosotros, pero al mismo tiempo con foco en que fuese un espacio que pudiésemos disfrutar todos, no sólo los cocineros. Una feria para que la gastronomía argentina se instale un poco más, y donde se aprenda la importancia de una comida buena, rica, casera. Eso es “comer rico hace bien”: la comida hecha de cero, con buenos ingredientes, porque la comida rica es mejor. El nombre surgió entre miles de ideas, votamos, salió mayoría y quedó.

¿Cómo hacen para ponerse de acuerdo entre tantos? (Son más de 50 integrantes).
Nunca vamos a estar todos, todos de acuerdo, y menos que menos conformes. Trabajamos muy de levantar la mano, de quien tiene ganas y tiempo, y vamos armando entre todos. Todo este mes es una locura, y en realidad es un trabajo de todo el año que culmina ahora en resolver cositas, los últimos detalles.

En una entrevista dijiste “a mí nadie me paga por promocionar un alcaucil, pero yo igual lo promociono”. Masticar tiene un poco que ver con eso, ¿no?
Exactamente. En Masticar abrimos un lugar donde promovemos lo que la gente necesita comprar de verdad: nuestro cuerpo necesita verdura, buena carne, productos frescos. Los argentinos devoramos, comemos más carne de la que deberíamos, comemos poca fruta y verdura, casi no comemos legumbres. Nuestros abuelos comían estas cosas, nosotros dejamos de comerlos ¡porque alguien nos dijo que daban pedos! La gente dejó de saber prepararlos. Hay algo mítico de que te va a caer pesado, y nada que ver. Las arvejas son espectaculares, el guiso de lentejas no necesita 2 kilos de chorizo colorado para ser rico. En gran parte el problema no está en lo que  comemos sino en lo que no comemos. Decimos que no tenemos tiempo, pero pasamos tantas horas frente a la pantalla, con la tele, el teléfono, la compu. En ese tiempo ¿por qué no mejor ocuparse de lo que uno come?

¿Cómo eligen a los restaurantes que participan?
Tienen prioridad los restaurantes que participaron el año pasado, después los que habían participado en la feria pero no habían tenido puesto porque estaban trabajando, y algunos otros que no nos había dado el tiempo para estar: la idea es que los cocineros y productores estén ahí en sus puestos. Por último, queríamos agregar gente que sume contenido, nos parecía súper importante que hubiera algo para celíacos, algo vegetariano. Casi todos los puestos van a tener dos platos y un extra, alguna cosita más chica, una ensaladita, algo dulce. Yo, por ejemplo, voy a tener un choclo. La idea es que haya algo para todos. Un plato de $45, un plato de $30 ($35 como máximo), y algo de $10 o $15.

¿Cuál es el desafío de Masticar 2013?
El desafío es que la feria siga creciendo y se convierta en un verdadero clásico de nuestra cultura culinaria. Tratamos de hacer algo como el año pasado pero mejor. Crecer de a poquito. Es recién la segunda edición de la feria y queremos que dure. Me tengo que ir a seguir grabando, ¿hablamos en un rato? Tay, llamala después que no terminamos, ¡un beso!

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Así terminaba la primera parte de la entrevista. Volvimos a hablar como a las 10 y pico de la noche, cerrada la grabación, ella ya en el auto con su princesita Leia, y aun así me dedicó un rato más.

¿Quién es realmente esta cocinera tan mediática que nos dice que los argentinos todavía tenemos mucho que aprender?
Encontré un equilibrio para que el trabajo no sea rutinario y para comunicar lo que me interesa y me importa. Soy desorganizada pero muy proactiva, hago cosas todo el tiempo.

¿Cuál es tu primer recuerdo asociado a la comida?
Mi primer recuerdo es Venezuela, las arepas, la fruta, mi mamá… El choclo, mi mamá me hacía empanadas de choclo. Viví en Venezuela entre los 2 y los 7 años. Ahí me desperté.

¿Cómo llegaste a la cocina?
Cuando terminé el secundario no estaba segura de lo que quería hacer, así que decidí tomarme un año sabático. Vengo de una familia atípica para ese momento, padres un poco hippies, bastante modernos. Cuando era chica y me rateaba del colegio, me iba a mi casa, entonces ellos confiaban en que si me tomaba un año no iba a no hacer nada de nada. En esa época de mi vida lo importante era la ropa, salir, el ahora. Mi viejo me regaló un pasaje para viajar por Europa pero lo guardé. Los primeros seis meses de ese año salí todos los días, hasta que me aburrí. Me enteré de un curso de cocina con Francis Mallmann, que daban a la vuelta de la casa de mi novio, y me anoté. Eran todas señoras conchetas y yo. El curso me gustó, me divertía, me quedaba después ayudando en el restaurante. Después fui a una escuela más formal y empecé a trabajar. A los 22 agarré el pasaje de mi papá y me quedé casi un año en París, viajé un poco, conseguí trabajo en un restaurante francés como ayudante, uno de los cocineros se enfermó y me pidieron que cubriera su puesto, y ahí quedé. No hubo un click, se fue dando naturalmente, y una cosa me llevó a la otra. Lo agarré como algo para mí y no lo solté nunca más.

¿Es cierto que llegaste a la tele por un sándwich?
(Se ríe). Sí, es cierto. El amigo de un amigo de mi papá me pidió que fuera a un casting; estaban buscando gente joven que supiera cocinar. Yo había vuelto de París, y tenía dos restaurantes en Buenos Aires, pero no tenía ninguna intención de llegar a la tele. Me hinchó tanto que dije bueno, voy. Para mí era un trámite. Me acuerdo que había un montón de ingredientes y me pidieron que armara algo con eso, pero tenía que preparar algo que me permitiera cocinar y hablar al mismo tiempo, porque además tenía que contar una anécdota. Preparé un sándwich. No preparé uno canchero sino el que tenía ganas de comer, y lo peor de todo fue la anécdota, porque conté que una vez le chupé un ojo a un conejo. Estaba comiendo una paella y en un momento comí algo que no tenía gusto, lo puse en una servilleta y me fui diciendo no miro, no miro, no miro, y cuando abrí la servilleta vi que ¡le había chupado el ojo a un conejo! Esa fue la anécdota que elegí contar. Creo que lo del sándwich era lo de menos.

Al principio te costaba, ¿no?
Costó, costó, miraba para abajo y no me reía ni loca. En producción me preguntaron con quién charlaba de cocina y les dije que con mi amiga Yamila. Entonces me hicieron carteles que decían “Yamila” para que yo le hablara a ella. De a poco me fui relajando.

Cambiaste El Gourmet por Utilísima. ¿Por qué?
Diez años era un poco una etapa cumplida. Cuando me llamaron de Utilísima, yo iba con todas las intenciones de decir muchas gracias pero no. Cuando me contaron el proyecto de Doña Petrona no me pude resistir, sabía que si no lo hacía me iba a arrepentir. Antes de hablar de números, yo ya sabía que les iba a decir que sí, aunque obviamente esperé a hablar de números para aceptar (se ríe). A cualquier persona que le decís Doña Petrona, lo relaciona con cosas positivas, con la cocina casera; la gente está necesitada de eso, y es lo que yo quiero transmitir. Y trabajar con mi tía estuvo buenísimo. Cuando empecé a trabajar en Utilísima era un canal que se centraba en la mujer, en la casa, en la familia. Yo venía de viajar por el mundo y necesitaba un ancla, esa cocina hogareña, estaba bueno ese lado familiar. Y mi tía brindaba desde su experiencia. Yo en ese momento hablaba de oído porque todavía no tenía a Leia. Ahora la tengo en brazos durmiendo en el auto.

¿Cómo lográs hacer tantas cosas y también ser mamá?
Leia está siempre conmigo, viaja conmigo, viene a grabar, estoy cerca todo lo que puedo. Y los fines de semana trabajo poco. Cuando trabajo, trabajo mucho, pero después el balance uno lo encuentra. Y cuando digo nos vamos, nos vamos a la mierda una semana, quince días y no me llevo la compu, ¡no atiendo el teléfono! Disfruto mucho estar con Alejo y con Leia, y con amigos. Sé que me puedo ir. Eso lo aprendí hace un tiempo: te podés ir en la mitad del quilombo, y no pasa nada. Uno cree que no se puede no estar. Antes estaba más conectada. Capaz que cambié desde que se murió mi mamá. De un día para el otro tuve que desaparecer. Como si mañana todo lo que estás haciendo no importara más. No importa el teléfono, no importa nada. Así estuve dos, casi tres meses. Hacer ese hueco de golpe te hace dar cuenta de que no pasa nada. Todo sigue en el mismo lugar, uno no es tan imprescindible, y las cosas se arreglan. Y lo que no se puede arreglar, no pasa nada.

¿Tenés privacidad?
Sí, a full. La gente cree que ve más de lo ve. Uno muestra hasta lo que quiere. A Leia la vieron de bebé y después nunca más.

¿Leia por la princesa Leia?
Exactamente. Mi nombre también es de una historieta, la novia del mago Mandrake, y también es una princesa. Leia estaba entre mis ídolas de chica, las otras eran La Mujer Maravilla y Los Ángeles de Charlie, pero no me gustaban como nombres.

¿Cocinás para tus amigos?
Organizar para cocinar yo no, pero porque siempre viví en una casa con cocina muy chica: en casa de herrero cuchillo de palo, literal. Ahora que me mudo y voy a tener una cocina más grande, tal vez ahí sí.

¿Qué es lo que más disfrutás?
Creo que lo que más me gusta es viajar. Viajo cuando no estoy trabajando también. Y la verdad es que hago lo que me gusta.

¿Cuál es tu secreto?
No tengo un secreto, trato de hacer lo que me gusta y no quebrantar algunas cosas. Si no suma para que se coma mejor, yo no lo hago, y no vendo nada que yo no compraría. Después, me animo a hacer cualquier cosa.

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Para cerrar, unas preguntas especiales para los usuarios de Oleo:
¿Adónde vas a comer?
Voy mucho a los mismos lugares, a Hong Kong StyleEl Pobre Luis, Oui OuiHelena.

¿Sos exigente cuando vas a comer afuera?
Soy muy exigente en la relación precio-calidad. Si pago cierta suma, pretendo que las cosas funcionen de cierta manera. Si como en un puesto en la calle y está buenísimo, no me importa si no hay una servilleta. Ahora, si voy a un lugar donde el cubierto sale $100, o a otro donde sale $350, no me podés dar el mismo producto; si no, hay algo que está mal en la cuenta, no puede ser el mismo langostino. Andá a pedir langostinos a Hong Kong Style, fijate lo que salen y cuántos vienen. Vas a ver lo que te digo.

Vos que sos fan de las sopas. ¿Un buen lugar para tomar sopa?
Donato en Cucina Paradiso hace ricas sopas. Pero faltan lugares que hagan sopas específicamente, buenas sopas. Algunos hoteles hacen ricas sopas. En Oui Oui hacen rica sopa y Hong Kong Style tiene la sopa picante más rica del mundo; ah, la de tomate también es muy buena.

¿Con qué te tentás?
Antes del embarazo no comía nada dulce, ahora cada tanto necesito chocolate, y papas fritas. Con las papas fritas me tiento mal, pero papas fritas de verdad, caseras, las de El Pobre Luis o las de Happening. Ni loca como las papas que vienen congeladas prefritas, y les digo a todos que no las coman: ¡es pura grasa hidrogenada!

¿Ingrediente favorito?
Sal, limón, azúcar, poco de cada.

Pregunta cholula: ¿a qué famoso le cocinaste?
Cocinamos para muchos músicos: Blur, REM, Madonna, Ricky Martin, Shakira, Neil Young.
Neil Young tomaba té todo el día, más té, más té. Pedía agua todo el tiempo, casi que no nos daban las hornallas del evento para calentarle el agua. Madonna no come casi nada, arándanos y una zanahoria. Su staff pide muchísima comida, pero ella muy poco, y con un nivel de exigencia altísimo. Un solo ejemplo: hay un tipo que toma la temperatura del agua con que lavás los platos.

¿Cuál es la mejor comida del día?
Desayuno bien, trato de que sea un momento de pasar en familia. Soy de las que en los hoteles se levanta temprano, ¡no sea que me vaya a cerrar el desayuno!

¿Y dónde sirven un buen desayuno?
Depende del desayuno que quieras. El brunch de Elena del domingo fue de lo mejor que comí últimamente. Para café con leche y medialunas con jamón y queso me gusta  New Jonathan. También me gusta mucho Oui Oui. Y si tenés presupuesto,  el Alvear, que es re top.

¿Tu pizza favorita?
Me gustan mucho las pizzas biancas, las que no tienen salsa de tomate. Me gusta Siamo nel Forno; la del 5 y 5que está a la vuelta de mi casa está muy buena. También me gustan las de media masa tipo Angelin o Las Cuartetas, pero ahí como fugazzeta.

¿Una parrilla?
Tengo tres, y como un corte de carne en cada una. En El Pobre Luis como ojo de bife, en Happening entraña y asado de tira del centro, y en La Cabrera bife de chorizo.

¿Un lugar para tomar un trago?
Florería, donde también se come muy, muy bien; cocina un colombiano (Pedro Peña) muy rico, muy sabroso. Simple y original, que es algo muy difícil de hacer. Me gustan los tragos de Tato (Giovannoni, a cargo de la barra). También cualquier lugar donde haya pasado Inés (De los Santos).

¿Dónde comprás?
Compro muy variado, a veces compramos al por mayor y ligo lo que va quedando; si no en el Barrio Chino, y en una verdulería que está en Soldado de la Independencia y Federico Lacroze: ahí compro verdura y fruta, cara, pero muy, muy buena; todo es perfecto, nada falla, pero, bueno, sí, te fajan.

¿Música para cocinar?
Cualquiera, porque todo suma. Siempre mejor con que sin.
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