Queridos lectores, resulta que tengo un problema; no me llevo nada bien (o mejor dicho, me llevo bastante mal) con la improductividad. No es que no pudo relajar o tener un minuto de silencio. Le dedico muchisimo tiempo a la familia, a los amigos, a la lectura.... es tiempo invertido en bienestar. Hasta ahi todo bien... pero muchas veces, me pasa que siento que el tiempo es tan finito, y tengo ganas e ideas para hacer tantas cosas, que cuando no estoy haciendo nada, o estoy haciendo algo que no considero al menos levemente productivo, siento culpa, o intranquilidad. Soy muy culo inquieto.
Estoy en un momento un poco desbordada de trabajo, en la oficina y fuera de ella... y ultimamente no tengo casi tiempo para leer, y eso me pone un poco de mal humor; y llego muy cansada de la oficina, y también le estoy dedicando poco tiempo a la cocina, cosa que me pone peor... entonces, en un esfuerzo por revertir la situación, se me ocurren formas de integrar mis actividades con el blog... Asi es como este fin de semana estuvo mi hermana de visita, y como no la veía hace meses, pase bastante tiempo con ella. Salimos a dar una vuelta por San Isidro en busca de un regalo para mi mama que cumple años el viernes, salimos a cenar, a tomar el té.... El domingo, que no tenia planes familiares, era el día para ponerme al día con cosas, cocinar para el blog, leer, escribir, salir a caminar; pero cuando me propusieron ir a navegar y despejar la cabeza, no pude negarme. Entonces, hoy en vez de compartirles una receta, se me ocurrió estrenar sección de recorridos, y recomendarles un lugar para merendar: Ott Almacen Gourmet.
Fuimos el sábado por la tarde con mis viejos y mi hermana. Es un lugarcito mínimo sobre la vía, al lado del Ott College (y parte de...). Nos llamó la atención porque tenía lindas tortas y macarons en el display de la ventana. Entramos a chusemar qué tenían, vimos los panes caseros, y volvimos a salir, para sentarnos en una mesita en la vereda. Mi hermana y yo estábamos tentadas de unas buenas tostadas. Las dos elegimos pan de campo, y yo pedí té con chocolate, y ella café con leche. Mamá estuvo tímida y sólo pidió el té (aunque me parece que fue con intención de robar y probar un poquito de todo). El papo pidió capuccino y croissant de almendras, creo que lejos el que mejor eligió, el croissant de almendras se llevó todos los premios. Llegó tibio a la mesa, muy buen sabor y encima crocante, muy muy bueno. Las tostadas estaban muy bien, venían con queso blanco y mermelada de frambuesas (aunque para el tamaño de las tostadas nos resultó poco queso).
El lugar nos encantó, seguro volvamos pronto a probar más cosas!
Estoy en un momento un poco desbordada de trabajo, en la oficina y fuera de ella... y ultimamente no tengo casi tiempo para leer, y eso me pone un poco de mal humor; y llego muy cansada de la oficina, y también le estoy dedicando poco tiempo a la cocina, cosa que me pone peor... entonces, en un esfuerzo por revertir la situación, se me ocurren formas de integrar mis actividades con el blog... Asi es como este fin de semana estuvo mi hermana de visita, y como no la veía hace meses, pase bastante tiempo con ella. Salimos a dar una vuelta por San Isidro en busca de un regalo para mi mama que cumple años el viernes, salimos a cenar, a tomar el té.... El domingo, que no tenia planes familiares, era el día para ponerme al día con cosas, cocinar para el blog, leer, escribir, salir a caminar; pero cuando me propusieron ir a navegar y despejar la cabeza, no pude negarme. Entonces, hoy en vez de compartirles una receta, se me ocurrió estrenar sección de recorridos, y recomendarles un lugar para merendar: Ott Almacen Gourmet.
Fuimos el sábado por la tarde con mis viejos y mi hermana. Es un lugarcito mínimo sobre la vía, al lado del Ott College (y parte de...). Nos llamó la atención porque tenía lindas tortas y macarons en el display de la ventana. Entramos a chusemar qué tenían, vimos los panes caseros, y volvimos a salir, para sentarnos en una mesita en la vereda. Mi hermana y yo estábamos tentadas de unas buenas tostadas. Las dos elegimos pan de campo, y yo pedí té con chocolate, y ella café con leche. Mamá estuvo tímida y sólo pidió el té (aunque me parece que fue con intención de robar y probar un poquito de todo). El papo pidió capuccino y croissant de almendras, creo que lejos el que mejor eligió, el croissant de almendras se llevó todos los premios. Llegó tibio a la mesa, muy buen sabor y encima crocante, muy muy bueno. Las tostadas estaban muy bien, venían con queso blanco y mermelada de frambuesas (aunque para el tamaño de las tostadas nos resultó poco queso).
El lugar nos encantó, seguro volvamos pronto a probar más cosas!
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