¿Qué actividad es más invernal que comer rico para mantenerse calentitos? Ya sea para una escapada en familia, en pareja o con amigos, te damos algunas sugerencias de lugares donde esconderse del frío, y mantener la panza contenta durante estas vacaciones de invierno. Como bonus, para los que se quedan en la ciudad, también les contamos dónde pueden irse de viaje con el paladar para combatir el invierno porteño, con una rica fondue, un buen goulash con spätzle o una sopa de remolacha como la que hacen en Polonia. ¿Arrancamos? Y después de este recorrido, agregá tus recomendados.
BARILOCHE
El centro turístico más importante de la Patagonia Argentina, una de las opciones más populares para las vacaciones de invierno de grandes y chicos. Lagos, bosques, montañas nevadas invitan a los visitantes a pasar unas vacaciones inolvidables, esquiando o recorriendo chocolaterías, restaurantes y bares para alejarse del frío.
Para ir con amigos, no hay como Cervecería Blest: un lugar donde las protagonistas son las cervezas artesanales y las picadas. Un lindo ambiente tipo bar, y además de picadas, buenos platos de cocina alemana. Lo malo es que siempre hay gente, así que vayan con paciencia. Mientras dejan pasar los minutos hasta sentarse, pueden perderse un rato en el menú, mirando cómo fabrican la cerveza o entretenerse en una especie de tienda de souvenirs. Amantes de la cerveza negra: no dejen de probar una bien oscura, intensa, dulce y aromática.
Para quedar bien con los suegros: té en Las Balsas. Si se pueden alejar unos kilómetros, anímense a tomar el té en un lugar como Las Balsas, donde además de un almuerzo o cena exclusiva, ahora la ceremonia de las 5 de la tarde se convierte en una experiencia única al lado del muelle de un pequeño hotel gourmet y spa boutique en uno de los paisajes más lindos de la Patagonia. Café e infusiones, jugos, tostadas de brioche, sándwiches de salmón ahumado y queso crema, scons, pain au chocolat, madeleines, cookies y tortas.
Para ir en pareja: Butterfly. Están de vacaciones, vale darse un gusto con la propuesta de alta cocina gourmet de Butterfly. Menú degustación “sorpresa” de siete pasos, en un salón chiquito (para 20 comensales), diseñado en manos del chef irlandés Edward Holloway, el sommelier alemán Sebastian Stoeveken y la anfitriona argentina –y pareja de Edgard– Constanza Pro. Dato importante: abre sólo de noche y es conveniente ir con reserva.
Para ir en familia: La Fonda del Tío. Si están viajando con chicos, una excelente opción es La Fonda del Tío, donde la imperdible es la milanesa. En un salón sin grandes ostentaciones, pero con una lindísima vista al lago, el highlight es sin duda la comida, siempre buena y abundante, ideal para compartir entre varios. Frecuentado y recomendado por locales, el lugar siempre está lleno, por lo que hay que tratar de ir temprano. Dato importante: no abre los domingos.
Antes de volverse a casa, parada obligada por una chocolatería. Nadie se debería ir de Bariloche sin una pasada por La Abuela Goye, Mamuschka o Rapa Nui, para tomarse un buen chocolate caliente o café con leche y porción de torta y, obvio, llevarse alguna cajita de bombones surtidos.
MENDOZA
En invierno es una combinación perfecta para los amantes de la nieve y los amantes del vino. La ciudad de Mendoza y sus alrededores es una escapada invernal perfecta para parejas, mientras que el sur de la provincia atrae a los esquiadores no amantes del Cerro Catedral. Paseos por viñedos, degustación de vinos en bodegas para mantenerse calentitos y buena comida para pasar los días disfrutando.
De bodega en bodega. No faltan bodegas, bares o restaurantes en Mendoza. Existen opciones para todos los bolsillos y paladares. Si no te atraen los clásicos como Salentein o Familia Zuccardi, recomiendo especialmente una degustación y almuerzo en Bodega Cecchin, una de las pocas bodegas de vino 100% orgánico en Mendoza. Además de un recorrido (gratuito) por sus bodegas, al final se puede realizar una degustación y almorzar en su restaurante, Casa Cecchin, que está ultimando detalles para su reapertura esta temporada. Imperdible el postre de peras con helado de mascarpone y no olviden llevarse una botella de vino (y otra de aceite de oliva) a casa. Abierto de lunes a sábados y feriados de 9.30 a 17.30; los domingos abren de 10 a 14hs.
Para los que quieren comer en el mejor restaurante del país: Nadia O.F. En 2011 el restaurante de Nadia Hadin, en Chacras de Coria, fue elegido como el mejor restaurante del país. Emplazado en una antigua casa cuyana renovada y con un lindísimo patio interior, ofrece un menú degustación de 6 pasos, inspirados en ingredientes de temporada. La chef rescata platos tradicionales aplicado técnicas modernas para renovarlos. Pueden llevar su propio vino o elegir uno de la cava. Pan de aceite de oliva en horno de barro, sorrentinos crocantes de hongos, gazpacho de melón con menta, risotto de azafrán y naranjas, bife con reducción de dijon, mousse de frambuesas y yogurt, son algunas de las innovadoras ideas del menú.
Para los que comen tarde, Roca Mora es un restaurante, bar y winery, también en Chacras de Coria, ubicado sobre Viamonte en la esquina de la YPF. En Mendoza no son tantos los lugares que abren hasta tarde, y Roca Mora es una buena opción para los que no quieren salir a comer temprano. Muy buenas rabas y risotto, y la trucha con alcaparras. Tienen una amplia variedad en vinos y tragos. La atención es muy buena, aunque la cocina es un poco lenta.
Para una cena romántica: Azafrán. Tortilla española con salchicha, camembert tibio con hongos envuelto en masa, trío de empanadas, ravioles de chivo, trucha con risotto, ñoquis caramelizados con pesto, helado de jengibre con peras asadas y tuile de miel. Si todavía no logré tentarlos, sólo alcanza pasearse por la puerta y ver la cara de los felices comensales dentro del restó. Recomendado por el New York Times como uno de los restaurantes a conocer en Mendoza, es ideal para cena de parejas.
Una última perlita de Chacras de Coria es La Maison, una especie de mini bed & breakfast de una pareja de franceses instalados hace ya varios años en nuestro país. Los dueños, Stephane y Elizabeth, son súper atentos y tienen muy buenas recomendaciones. Él es director de la bodega Cecchin. Ofrecen un increíble desayuno con omelette casero, canasta de panes y facturas, frutas frescas, mermelada casera, café y jugo de naranja. También realizan cenas gourmet, aunque deben reservarlas con 24 horas de anticipación.
SALTA
Con un invierno seco y templado, Salta es ideal para los que no quieran aceptar la ola de frío que presentan otros destinos. Salta es mucho más que empanadas salteñas, es comida casera, parrillada de campo, precios indiscutibles. Indudablemente, una buena elección para cortar con la rutina. Ya sea que vayan a la ciudad de Salta, a Iruya o a Cafayate, no dejen de comer en un buen bodegón de campo, entren a la casa de una familia que ofrezca empanadas y buen vino, o anímense a sentarse y cantar en una peña. Si se le pregunta a un salteño dónde comer bien, seguramente les dirá: en mi casa, y muchos los han de invitar al living o al patio de la suya. Si no se animan, prueben alguno de éstos.
Bueno, bonito, barato: La parrilla el Charrua. En pleno centro de la ciudad, es uno de esos lugares que cumplen con las tres “B”, bueno, bonito y barato. Se destacan las carnes y las salsas. Es recomendable ir temprano porque se llena de locales y visitantes. Recomendados: cabrito y vegetales asados, langostinos al ajillo, trucha y paella.
En el centro del centro, El solar del convento. Ubicado a una cuadra de la plaza principal, ofrece muy buenos platos con conejo, matambre tiernizado y excelentes empanadas salteñas. Una carta de vinos bien completa, buen servicio y excelentes precios. Recomiendo optar por los platos más tradicionales, puesto que de a momentos pareciera que quieren modernizarse agregando alguna salsa para poder reinventar, y no funciona tan bien.
De bodegón, siempre lleno: La Rinconada. En la esquina de Av. San Martín y Catamarca, se encuentra La Rinconada, una parrilla con cocina de campo, donde además de una destacable oferta de carnes asadas con papas fritas, sirven locro, cazuela de cabrito y unos riquísimos tallarines con tuco. Tiene un ambiente bien de bodegón y siempre está lleno. La última vez que estuve en Salta por sólo dos días, fui más de una vez: así de buena es la comida.
Para comer y cantar: La casona del molino es una peña muy popular en Salta. Fui hace un tiempo por recomendación de un amigo salteño que vive en Buenos Aires. “Siempre que voy para Salta al único lugar al que tengo que ir sin falta es a esta Casona, donde el servicio es siempre amable y servicial, las empanadas son únicas y el ambiente es musical y colorido sin igual”. El lugar cumple con las expectativas: buena música, buena atención, buena comida. De afuera la casa parece una más, pero una vez adentro en cada habitación y en el patio (divino) hay mesas para comer platos regionales, escuchar músicos y sumarse a la peña, con las palmas, cantando o pidiendo temas. Para los que quieran postre, la degustación de quesos y dulces norteños es muy buena.
Si se alejan un poco, pueden descubrir el espíritu gourmet en La Caldera, una antigua finca donde la chef Florencia Cornejo ofrece viejas recetas de la mejor tradición salteña. Los 30 minutos de viaje hasta el lugar valen la pena al primer bocado de un tamal de charqui, o de las riquísimas empanaditas recién salidas del horno de barro.
CORDOBA
En el 2010 Córdoba se propuso un ambicioso plan de sumar valor y crear nuevos circuitos para que los turistas no sólo piensen en las sierras. “Nosotros queremos ser a Buenos Aires lo que Barcelona es a Madrid”, había dicho Gustavo Santos, Presidente de la Agencia Córdoba Turismo hace ya casi tres años. Alcanza con recorrer el centro histórico para descubrir una ciudad notablemente renovada, y parte de esa renovación es una importante apuesta en la oferta gastronómica de la provincia.
Para comer relajados, aléjense hasta El Pucará. La Posada del Pucará en San Javier es un lugar especialmente armado para el relax, un lugar ideal para ir a comer distendido. La cocina presenta ideas fusión, con carta renovada todas las temporadas. Recomendados: lasagna de cabrito y ravioles de trucha caseros.
Para comer a puertas cerradas, ahora abiertas, Casa Galán en el Hotel Azur. Desde 2010 los hermanos Galán recibían a los comensales en Casa Galán, el primer restaurante gourmet a puertas cerradas de la capital cordobesa. En febrero de este año mudaron el restaurante al piso superior del Hotel Azur, aunque mantuvieron su esencia. El nombre del restaurante sigue siendo el mismo, y ahora presentan dos opciones de menú degustación de siete pasos, que nunca decepciona. Pablo y Lucas, los chefs, siguen saliendo a recorrer las mesas, hablar con los comensales y explicar sus platos, tal y como si siguieran en casa. Carpaccio de lomo con pan de olivas negras, entraña braseada en vino tinto con flan de maíz, panes caseros saborizados, torta invertida de chocolate e higos, cheeseecake de limón con scons almendrados. La experiencia es una explosión de sabores.
Para conocer lo mejor de Córdoba: Juan Griego. Así lo considera el diario La Voz. Está en el séptimo piso del edificio del Colegio de Escribanos y con vista a la Manzana Jesuítica. Empezó como un café, con desayunos, cafetería y sándwiches básicos. Hoy incluye platos con un toque gourmet, como ensalada patagónica o mediterránea, mero en manteca de alcaparras y naranja, cazuela de mariscos y strachetti de lomo.
¿Querés cocina de autor? Andá a San Honorato. Elegante y sofisticado, fue pionero en la cocina de autor en Córdoba y sigue siendo reconocido como uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Entre otras sugerencias tentadoras, llaman la atención las calabazas y cebollas moradas asadas, queso brie tibio con vinagreta de miel serrana, semillas y hojas de rúcula; y las mollejas a la plancha sobre crema de cebollas asadas y papas crocantes, o la terrine de confit de conejo, acompañado de chutney especiado, acompañado de ensaladilla de endivias y dátiles.
Para viajeros glotones: Goulu. Un bistró, cava, café y delicatessen. Su nombre significa glotón (en francés), y es un poco el alma de su propuesta: se dedica a las sensaciones de placer, a través de la pasión y la creatividad de sus expertos gastronómicos. Cuenta con un menú de clásicos, en el que se pueden encontrar platos como bagna cauda, costilla ancha braseada al romero con papines andinos y salsa criolla, ravioli piamontés de 20 yemas rellenos de espinaca y carne kobe. Además, el menú cambia periódicamente, con nuevas aventuras para el paladar.
BUENOS AIRES
Por último, para quienes nos quedamos en nuestra fría y lluviosa Buenos Aires, podemos viajar con el paladar, dándonos un gusto con platos suculentos y bien calentitos. Una buena Buenos Aires invernal.
Pueden pasar un invierno suizo en Charlie’s Fondue. En una casona de San Isidro, Silvia Oswald, una señora austríaca, elabora fondue de carne o de queso para compartir en familia o entre amigos. Pedacitos de carne, salchichitas, pan, hongos, pepino y todo tipo de salsas. Imprescindible acompañar con buen vino, y de postre, apfelstrudel con helado.
Si se animan al invierno húngaro, Goulash en Club Hungaria. La comunidad húngara suele reunirse en su club de Olivos, donde además de practicar esgrima se come uno de los mejores goulash de la ciudad. El salón no dice nada, es un club más, pero no se dejen engañar por lo rústico del lugar, la comida es muy muy buena, y barata.
Invierno bien porteño en el Almacén Secreto. ¿Qué mejor que pasar el invierno compartiendo la comida que simboliza la unión y el encuentro? En el Almacén, un restaurante chiquitito de sólo 12 mesas y a puertas cerradas, de miércoles a sábado por la noche se sirve uno de los más ricos de la ciudad. Sus tamales, humitas y provoletas de cabra tampoco se quedan atrás.
Invierno Croata en Dobar Tek. El restaurante familiar con aire de cantina, ubicado a pocas cuadras de la Plaza Dorrego de San Telmo, prepara comida típica croata, perfecta para darle pelea al frío. Los platos son abundantes y las estrellas son los strudel (dulces y salados). Pidan para compartir, van a querer tener lugar para el postre.
No hay invierno como el de los polacos, en La Casa Polaca. En una casona de Palermo, dentro del edificio de la Unión de Polacos de la República Argentina, funciona desde hace veinte años este restaurante de comida tradicional con influencia alemana y centroeuropea. Sopa de remolacha, salchichas con chucrut, pasta piegori con varias salsas, croquetas de carne y hasta mondongo a la varsoviana. Imperdible la piegori ruskie gulaszem (pasta rellena de queso y papa, con salsa goulash). De postre, szarlotka, una torta de manzanas riquísima.
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